Me dijeron NO y yo dije SI

D

esahogo.  Una palabra que encierra la forma profunda, honesta e independiente de cada ser humano para limpiar, depurar y vaciar el cúmulo de energías negativas. Cada uno tiene su estilo.  Unos lloran, otros caminan, algunos se aíslan.  En mi caso en particular, tengo dos maneras.  Me voy al mar para cargar energías y más tarde me pongo a escribir. Pero no escribo nada relacionado a los sucesos que estoy viviendo, por el contrario, intento aislarme de la cruda realidad que por designio divino tengo que vivir para aprender y continuar mi ruta de vida.

Escribo novelas, me enfoco en el amor.  En ese verbo de tan solo cuatro letras y que encierra el sentimiento más grande que puede existir. Como bien dice el refrán: “Con amor todo, sin amor nada”.  Mientras escribía mi primera novela, recuerdo haber comentado sobre ella con muchas amistades y colegas. Por seis años consecutivos estuve recibiendo un “NO” como respuesta. ¡Maricel, cómo se te ocurre escribir algo que nadie va a leer! ¿Ah pero, también vas a escribir un libro? ¡Estás perdiendo tu tiempo! Bellas frases de aliento que frenaron mi sistema reproductivo y creativo por largo tiempo. Me dejé arrastrar por la mayoría, me dejé influenciar por una manada de envidiosos incapaces de saltar, pero virtuosos a la hora de opacar.

Hasta un día. Porque todo llega.  Y ese día a mí me llego. Ese momento en el que analizas desde un punto neutral y te das cuenta de que nadie tiene derecho a manipular tus frenos, mucho menos tu velocidad. Soy dueña de mis sueños y lo que para muchos era una película de Disney, para mí es un reto cumplido. Entonces, tomé el toro por los cuernos y me lancé. De eso se trata.  De seguir los instintos sin dejarse manipular. 

Mi primera novela ya salió, está a la venta en Amazon.  “En Deuda por Siempre”. Y cada vez que la veo, cada vez que recibo un comentario sobre ella, me regaño una y otra vez por haber escuchado opiniones ajenas. Soy escritora.  Soy novelista.  Creo en amor con fines bonitos. Fiel a la honestidad y al amor incondicional.  Escribir para mí es un desahogo, pero mucho más que eso, es el aportar una ilusión literaria en un mundo dominado por el odio y la negatividad. Si mis novelas ayudan a que el lector se escape, a que vivan por minutos una historia de amor, a que olviden sus problemas. Entonces seguiré escribiendo historias románticas, aunque el mundo entero diga que “NO”.

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