La lectura y los hombres

C

omienzo por aclarar que no tiene nada que ver con que soy escritora, mucho menos que me apasiona la lectura. Nada de eso. Es un análisis general que he hecho, y me parece que debes tener en cuenta si esperas de esa otra persona un diálogo extenso y nutrido.

 Funciona para ambos, mujeres y hombres. En este caso, me dirigiré más a ellas porque me parece que les debo este escrito. No soy psicóloga ni analista sentimental, pero si algo tengo bueno es mi capacidad de observar y escuchar, más allá de lo que se dice. Suena un poco enredado, pero no lo es.

 Bien, en muchas tertulias femeninas me he sentido estar viendo la misma escena, pero con diferente protagonista. O sea, escuchando el mismo cuento, pero de otra boca. Una de las quejas comunes en las mujeres solteras es él no encontrar una persona con el que verdaderamente puedan tener una conversación amena. Todas coinciden en la poca sensibilidad del sexo fuerte al no querer o no poder entablar diversas pláticas. Todo indica, que las mujeres solteras, sobre todo las maduras, el buen físico no es lo primordial sino la comunicación.

 Lo que todas ellas no han notado es que somos reflejo de lo que expresamos y hablamos.  En este escrito me refiero a seis mujeres, todas con el mismo denominador común mencionado antes, y a las que abrir un libro se les hace imposible. Unas porque no les gusta, otras no lo encuentran necesario o no tienen tiempo para leer.

 Queridas amigas. El hombre no es tonto, sobre todo el culto, y se da cuenta automáticamente hasta dónde puede conversar. No es que tengas que hablar de libros, para nada, pero leer, al igual que viajar, regala temas, cultura, conocimiento. No hay nada más entretenido que una persona que pueda cambiar de tema y aportar anécdotas. Es en la riqueza de vocabulario y la abundancia de argumentos donde sin darnos cuenta, caemos rendidas. Lo mismo pasa a la inversa.

Tampoco tiene que ver con el grado de educación o profesión de las persona. Creanme que no. De hecho, cuando niña conocí un señor que la vida le golpeó duro y solo pudo terminar el segundo grado. Sin embargo, sus pláticas en el parque del pueblo eran famosas. Se dedicó a leer en sus tiempos libres y daba gusto escucharlo hablar.

Somos energía, atraemos lo que desprendemos. Por tal razón, no puedes exigir lo que no tienes. En mi caso, les recomiendo que lean, que se dediquen tiempo. La lectura, las aleja de la realidad, les aporta ideas y les da la seguridad de exigir con derecho. Es cuestión de hábito. No hay nada mas romántico que una botella de vino y un hombre con temas de conversación.  Despides la luna y saludas el sol.

 

 

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